El ajo se cultiva en diversas regiones de España, que se ubica de hecho entre los diez mayores productores mundiales. Esta planta vivaz se adapta además bien al frío del invierno y, según la región, distintas variedades pueden ser cultivadas con éxito. El cultivo del ajo es muy tentador, por varias razones: la cosecha temprana, la productividad (dos kilos de semillas pueden ser suficientes para producir el consumo anual promedio y las semillas para la próxima temporada), sino también por las propiedades medicinales de la planta.

Cómo elegir y cuándo sembrar las semillas están entre las mil y una preguntas que se hace el jardinero curioso. Aquí encontrará usted algunas respuestas que le ayudarán a tener éxito en su plantación de ajo.

Descripción y origen del ajo

El ajo es una planta de bulbo vivaz de la misma familia que la cebolla y el puerro, la de las amarilidáceas (el género al que estas plantas pertenecen, Allium, se incluía antes entre las liliáceas). Es originario de Asia central y se aclimata bien a las condiciones de Europa continental. Los bulbos de ajo se cosechan en verano y son apreciados por sus conocidos por sus propiedades medicinales y sus cualidades culinarias. Esta planta se cultiva desde hace más de seis mil años.

La elección de los dientes

Es crucial elegir bien los dientes, ya que esto determinará el éxito del cultivo. El uso de los dientes destinados al consumo está fuertemente desaconsejado, ya que pueden provenir de países lejanos y no estar adaptados a nuestro territorio. Además de la existencia del riesgo de transmisión de virus, algunas de estas variedades exóticas no germinarán. Hay dos tipos de ajo: el ajo o ajo blanco (Allium sativum) y el ajo rosado o ajo de culebra (Allium roseum). La primera categoría está compuesta por variedades con grandes bulbos blancos y se planta idealmente en otoño. La segunda categoría, por su lado, está compuesta por variedades con pequeños dientes rosados que se conservan por mucho tiempo. Estos últimos tipos de ajos aceptan ser plantados en febrero o marzo. Sumando ambas categorías, existen unas diez variedades de ajo disponibles en los centros de jardinería.

Técnicas de cultivo y mantenimiento

El ajo puede reproducirse sembrando tanto la cabeza entera, que es de hecho un bulbo compuesto, como los dientes o bulbillos. Sin embargo, se recomienda la plantación por bulbillo que es más simple y más regular. Dependiendo de la variedad, el ajo se puede plantar en otoño o primavera. Se recomienda la siembra en otoño o más específicamente entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, para obtener un mejor rendimiento. El ajo se siembra idealmente en un suelo ligero y más bien calcáreo, pero crece igual de bien en terrenos arenosos. Conviene evitar, eso sí, terrenos demasiado ricos o húmedos, que pueden hacer que los bulbos se pudran. Por otro lado, la tierra no requerirá una preparación particular. Si usted quiere hacer una enmienda con estiércol, asegúrese de que esté bien seco y ya se haya descompuesto.

Una vez listo el terreno, separe los dientes que forman la cabeza de ajo y deseche los que parezcan malformados o manchados. Los bulbillos no requieren un tratamiento especial: alcanza con respetar las recomendaciones y plantarlos con una profundidad de entre 5 a 10 cm y a una distancia de 12 cm unos de otros. Cada hilera de dientes plantados debe estar espaciada por entre 25 a 30 cm de la siguiente. Los dientes deben plantarse individualmente, con el brote (la punta) dirigida hacia arriba y la base chata hacia abajo. A continuación hay que cubrir suavemente los bulbillos con tierra. Después de la siembra hay que acolchar el terreno con heno, corteza u hojas muertas para proteger la plantación contra las heladas durante el invierno. La producción media de una plantación de este tipo es de cuatro veces el peso de los bulbos. Así, con 1 kg de semillas la cosecha será de alrededor cuatro kilos.

El pajote o mulch se retira en primavera para que las plántulas puedan germinar y crecer. El ajo no requiere un mantenimiento o un tratamiento especiales; sin embargo, se recomienda todo una serie de tratamientos con fungicidas como medida preventiva para evitar ataques de mildiu, alternariosis o negrón y antracnosis, por citar a las enfermedades criptogámicas más comunes en los ajos. También pueden aplicarse tratamientos insecticidas, ya que el ajo no es inmune a los nematodos o a la mosca de la cebolla. Si el suelo drena bien, se puede proceder a un riego regular pero moderado para promover el crecimiento del diente. Hacia finales de junio, se pueden cosechar las flores de ajo para concentrar el aporte de energía en el desarrollo de los bulbos.

Recoger y almacenar el ajo

La recolección se lleva a cabo a principios de la temporada. Las hojas del ajo comienzan a marchitarse a finales de julio o principios de agosto, que es cuando se puede proceder al arranque. Una vez desenterrada la cosecha hay que dejarla secar. Para ello se la puede dejar dos o tres días en el suelo bajo el sol, o extenderla a la sombra en un área bien ventilada entre una o dos semanas. A continuación se pueden cortar o trenzar los tallos. El ajo se conserva idealmente colgándolo en redes, en un lugar ventilado, fresco (de 12 a 18°C) y seco. No coloque el ajo en el refrigerador, ya que esto puede provocar la germinación. En las mejores condiciones, el ajo se puede mantener durante todo un año.

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Publicado en Hortalizas de raíz por Alejo el 30 Aug 2011