El calentamiento global, la contaminación y el aumento de las necesidades en agua  harán que las reservas de agua dulce disminuyan mucho en un corto plazo, al mismo tiempo que las lluvias se van haciendo escasas y las fuentes se siguen secando inexorablemente. En efecto, la evaporación excesiva, el rápido derretimiento de los glaciares , la irresponsabilidad en el cuidado del medio ambiente y una sociedad cada vez más consumidora de agua harán que dentro de poco ya no sea tan fácil y natural como en la actualidad disponer del líquido elemento.

El agua es un recurso vital, y por desgracia no es inagotable. Por ello, administrarla bien es cada vez más importante, y realizar correctamente el riego de las plantas es una de las iniciativas a tomar para colaborar con esta buena gestión del agua.

La importancia de la buena gestión del agua

Eventualmente, las fuentes de agua no podrán satisfacer la demanda, lo que obligará a tomar toda una serie de medidas como perforar más profundamente o explotar los cuerpos de agua. Esto traerá aparejados  costos de potabilización y riesgos para la salud debido a la contaminación, y llevará en última instancia al agotamiento de la fuente, provocando la desaparición de los seres vivos que se alimenten o vivan allí. Si no hay una toma de conciencia y no se adoptan rápidamente las medidas adecuadas, tanto a nivel mundial como individual, el mundo se dirigirá hacia una escasez general de agua, con consecuencias para el bienestar de todos y para el desempeño de la agricultura, la industria, las actividades recreativas…

Además, puede observarse que el uso del agua no se realiza de manera racional y que hay mucho desperdicio innecesario. Así, para la jardinería, por ejemplo, debe prevalecer un mejor enfoque: como cada planta tiene necesidades específicas, hay que proporcionarle la cantidad de agua que necesita, ya que todo exceso se evaporará inútilmente. Por otra parte,  también hay que tener en cuenta la composición de los suelos, ya que algunos tipos de suelo pueden retener más agua y formar una reserva, lo que permite un riego menos frecuente. Pero la gestión del agua afecta igualmente su calidad; por ello, para no encontrar elementos contaminantes y nocivos en sus plantas, se debe elegir bien el agua de riego.

La importancia de incorporar los gestos y prácticas adecuados

Pueden tomarse algunas medidas muy simples para evitar tener que regar constantemente a causa de la evaporación del agua. Por ejemplo, se puede conservar la humedad del suelo cubriendo las plantas con restos de césped provenientes de la poda, periódicos viejos y cartones, lo que elimina la competencia generada por las malas hierbas. Además, esta cobertura se descompondrá y producirá los nutrientes que la planta necesita. Por otro lado, al optar por el riego temprano matinal o al atardecer, la evaporación será mucho menos importante.

Por otra parte, se puede utilizar agua que no sea del grifo. Así, se puede por ejemplo recurrir al agua de lluvia, que no sólo es mucho más saludable (contiene menos calcáreo), sino que también es abundante y gratuita (sacando por supuesto los costos del sistema de almacenamiento). También es posible recoger el agua de condensación de la climatización o el agua de enjuague de la lavadora, que pueden ser utilizadas para el riego. Otra posibilidad es recuperar el agua utilizada para lavar las verduras o hervir huevos; aunque su cantidad sea mínima, contiene muchos nutrientes. Uno puede incluso ir más allá, reciclando las aguas residuales. Obviamente, esto no es accesible a todos y se ajusta más a grandes extensiones de terreno, pero da una idea de las posibilidades para un uso racional del agua.

Algunos fertilizantes químicos y pesticidas pueden requerir un riego más importante. Efectivamente, al estar fuertemente concentrados, pueden necesitar más agua, ya que en su defecto pueden dañar la planta. Por lo tanto, se impone una elección juiciosa de estos productos para no aumentar el uso del agua; para ello, los productos naturales u orgánicos son los más indicados, lo que además es consistente con la protección del medio ambiente.

Optar por soluciones de riego eficaces y optimizadas

En la actualidad, existen muchas soluciones tecnológicas que permiten una mejor gestión del agua de riego, con el objetivo principal de reducir el consumo de agua. En efecto, los sistemas actuales permiten regar las plantas de manera precisa sin derrochar agua alrededor, proporcionando la cantidad adecuada de agua a la planta. Gracias a estos sistemas, las plantas se beneficiarán de un riego regular, y la cantidad de agua utilizada será regulará de una mejor manera. Entre las muchas soluciones posibles, merecen ser mencionados dos dispositivos de probada eficacia que permiten economía de agua: el riego por microaspersión (el sistema se coloca por encima de la planta) y el riego por goteo (sistema que permite el riego directo de la base de la planta).

Uno puede, por supuesto, crear su propio sistema, poniendo por ejemplo una botella agujerada a los pies de la planta o perforando una manguera de jardín y ajustando los agujeros a la base de la planta), pero por razones de estética y eficacia será mejor para adquirir los materiales adecuados o encargar el trabajo a un profesional. Será posible entonces disponer de tuberías subterráneas, de un sistema automático (que permite programar diferentes parámetros como la hora del riego, la duración, el flujo de agua, etc.), así como de dispositivos que permitan regar toda la superficie necesaria como los aspersores fijos, que riegan el triple de la superficie cubierta por los aspersores rotativos. Es conveniente evitar el riego del césped durante el verano, incluso aunque se amarillee en julio y agosto. Por último, es conveniente optar por plantas resistentes a la sequía.

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Publicado en Guía del riego por Alejo el 22 Jun 2011