El albaricoque es una especie bien adaptada a condiciones de clima templado, aunque se desarrolla mejor en el cálido clima mediterráneo. Puede plantarse en cualquier tipo de terreno, con una preferencia suelos que no sean arcillosos. Su florecimiento muy temprano lo hace sensible a los fríos primaverales y las heladas tardías. Con las técnicas adecuadas, el albaricoquero proporciona sus mejores frutos desde finales de junio a agosto.

Cómo preparar el terreno, cuándo plantar y cómo prevenir enfermedades son algunas de las técnicas que se deben dominar para una plantación de albaricoquero exitosa.  Se trata de una planta que presenta diversas variedades, entre ellas Bulida, Canino, Nancy, Paviot y Moniquí.

Descripción y origen del albaricoquero

El albaricoquero es un árbol de hoja caduca originario de Asia Central y de China. Es un árbol pequeño de seis metros de alto, de floración precoz con flores blancuzcas a fines de febrero. Pertenece a la familia de las rosáceas y es una especie similar al ciruelo, y en China es cultivada por sus frutos desde hace más de cinco mil años. Su introducción en Europa data del comienzo de la era cristiana. En la actualidad es muy cultivado, siempre por sus frutos, en las regiones templadas.

Técnicas de cultivo y mantenimiento del albaricoquero

El albaricoquero se cultiva de octubre a abril. Los plantones se venden a raíz desnuda o en maceta, pero en cualquier caso es importante preparar el terreno antes de plantarlo. El árbol se adapta a todos los tipos de suelo, incluso los calcáreos. Sin embargo, es mejor evitar suelos demasiado húmedos o arcillosos, que pueden ahogar sus raíces. Para proceder a la plantación, hay que cavar un hoyo de 60 cm de profundidad y 80 cm de ancho. Lo ideal es enmendar la tierra con abono orgánico o compost. Una vez cavado el hoyo, hay que remover el fondo para aflojar la tierra, y luego verter alrededor de 150 gramos de harina de asta pulverizada. Si hace falta, se puede llenar el hoyo hasta la mitad. Se recomienda colocar los rodrigones antes de la plantación para no correr el riesgo de dañar las raíces.

Antes de enterrar los plantones, asegúrese de refrescar las raíces para favorecer la emisión de raicillas nuevas. Lo mejor es garrapiñarlas para garantizar una mejor recuperación. Las raíces deben estar bien extendidas en el hoyo. Asegúrese de que el anillado de injerto quede como mínimo 5 cm por encima del suelo con la tierra apisonada. El agujero debe ser llenado con la tierra enmendada, evitando la formación de bolsas de aire, y luego hay que apisonar. Hay que regar abundantemente después de haber plantado el albaricoquero, y se aconseja podar un tercio de las ramas para facilitar la recuperación. Al realizar la primera poda sólo hay que conservar sólo de 3 a 5 ramas (las que estén en mejor posición). El plantón permanecerá unido al tutor durante 3 años, hasta el desarrollo de las raíces sea suficiente para permitir un buen equilibrio.

El albaricoquero es muy resistente y puede soportar temperaturas de hasta casi 30°C, pero su floración muy temprana tiene escasa resistencia a los fríos primaverales y perece a -2°C. Es importante plantar el árbol en un lugar soleado y protegido de los vientos fríos. En las regiones con inviernos fríos, lo ideal es colocar el albaricoquero contra un muro orientado al sur, para maximizar las posibilidades de una buena cosecha. En general, el albaricoque se desarrolla bien cuando hace calor, tolera la sequía y soporta mal la humedad. De todas formas, y teniendo en cuenta la lluvia, se recomienda el riego semanal de abril a octubre durante los dos primeros años para promover el crecimiento de las plantas. Para conservar la fertilidad del suelo, se recomienda el suministro de abono orgánico en otoño y de fertilizante especial para frutales en la primavera. El albaricoquero es auto fértil y da frutos dos o tres años después de la plantación. Según las variedades, los frutos maduran desde finales de junio a agosto.

La poda y los tratamientos contra enfermedades e insectos

El albaricoquero no necesita una poda estricta anual. La poda se practica normalmente al final del otoño los primeros años, para favorecer el desarrollo de una copa bien estructurada. La operación consiste sólo en quitar los ramos que se cruzan al interior de la copa y podar las ramas que se apartan demasiado de la forma deseada. Se debe podar lo menos posible para evitar el flujo de goma. Es muy importante cubrir los cortes con un producto cicatrizante.

Como todas las plantas del vergel, el albaricoquero también sufre daños por plagas y enfermedades. El riesgo de enfermedades es mayor en regiones con alta humedad atmosférica. Como medida de precaución, aplique un tratamiento fungicida a base de caldo bordelés en invierno, justo antes de la floración. Durante la vegetación, rocíe una decocción de cola de caballo diluida al 10%. También puede proteger el tronco y las ramas grandes con un ungüento compuesto de 1/3 de estiércol de vaca mezclado con 2/3 de arcilla diluida en agua.

Quienes no dispongan de grandes jardines podrán plantar el albaricoquero en una maceta en el balcón o la terraza. Para ello, hay que optar por variedades enanas como la Garden Aprigold, que no supera 1,5 m de alto y ancho en la madurez. Esta variedad también es auto fértil, y produce frutos ambarinos que maduran en julio.

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Publicado en Plantación de frutales por Alejo el 14 Jun 2011