La glicina es una enredadera leñosa que desarrolla nuevos sarmientos cada temporada, y a la que ningún obstáculo puede detener en su inexorable crecimiento. Es importante saber que si se mete a través de intersticios, por muy pequeños que sean, puede provocar daños, en especial en las paredes de edificios. Es imprescindible por lo tanto controlar su agresividad vegetativa, y aprovechar para multiplicar su floración a través de diversas podas, dependiendo de la edad, la estación y la inspiración del jardinero.

Al proceder a la poda de la glicina, sólo se deben conservar sobre el tallo las ramas del año anterior que estén todavía en buen estado al final del invierno, y dejar crecer únicamente los 3 o 4 primeros botones florales. Las ramas secundarias, por su lado, deben podarse a unos diez centímetros, dejando sólo dos yemas. Hay que aprovechar la oportunidad para acortar los tallos principales que se considere demasiado largos, incluyendo aquellos, inútiles, que crezcan en espiral, a los que se debe fijar al rodrigón luego de la poda. Esta técnica de poda favorece la producción sucesiva de botones florales y permite obtener hasta tres floraciones al año.

La poda según la edad de la glicina

Durante los primeros 2 o 3 años de su vida, la glicina se poda moderadamente, sólo para orientarla y fijarla correctamente. Esto le permite desarrollar hasta dos tallos por planta, que florecerán desde el 4 º año. A partir de entonces, las podas anuales deberán ser severas para contener su crecimiento vigoroso y estimular la renovación de las ramas secundarias con flores. Después de más de una década, se debe someter a la glicina a una poda de rejuvenecimiento en la base; esto la refrescará y permitirá que desciendan las inflorescencias que hayan llegado muy alto debido a la edad avanzada de la planta. Después de esta operación, el nuevo crecimiento será aún más fuerte, ya que se beneficiará de la totalidad del sistema radical existente.

La poda de primavera

Esta operación se realiza durante las lluvias de marzo, y el primer paso consiste en cortar las ramas secundarias laterales que estén entrando en su segundo año y sigan siendo de color verde. Se las debe cortar con las tijeras de podar por encima de la quinta yema foliar para economizar la savia, en favor de los botones florales del año en curso. Para favorecer las ramificaciones de la planta, hay que reducir al tercio la longitud de todos los tallos que no tengan flores.

El tamaño de la glicina en el verano

Después de haberse desarrollado suficientemente entre mayo y junio, la glicina, con toda le fuerza que le da la estación cálida, tenderá a crecer en lugares que más bien deben preservarse como tubos de bajada de aguas, la base del techo o los cables telefónicos. Por este motivo, durante el mes de julio habrá que cortar sin dudar las ramificaciones potencialmente peligrosas, para evitar todo deterioro por separación, torsión o incluso recubrimiento de las instalaciones o estructuras del edificio. Las ramas secundarias deben reducirse a unos 20 cm, y se puede aprovechar la oportunidad para fortalecer el tutorado del tallo principal. Cabe mencionar que la variedad Wisteria sinensis se poda además en otoño para aclarar su ramaje y facilitar así la poda del próximo invierno.

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Publicado en Arbustos florales por Alejo el 09 Jun 2011