Con casi 12.000 variedades y 700 géneros descritos, las gramíneas ofrecen una gran posibilidad de elección para decorar el jardín con una o dos de ellas. La ventaja de las gramíneas es que pueden ser cultivadas tanto en tierra como en macetas, y no requieren mucho trabajo de jardinería. Es importante sin embargo elegir bien el lugar en el que las coloca y estar atento a eventuales ataques de insectos.

Una buena manera de organizar las filas de gramíneas es alternarlas en función del volumen de las matas, del color y de la altura de las espigas. Si ha adquirido las gramíneas en macetas relativamente pequeñas, replante en macetas más grandes, ya que sus raíces se desarrollan rápidamente; una maceta de un ancho de 30 centímetros será perfecta.

La elección de las gramíneas a plantar

Las gramíneas son plantas cuyas espigas florales son de colores suaves: plateado, rosa carmesí, crema, azul y verde. A esas suaves tonalidades, algunas especies les agregan reflejos irisados a nivel de las hojas. La particularidad cromática de su follaje permite combinar las gramíneas con otras plantas, desde dalias y rosas hasta plantas perennes. Pennisetum es el género de gramíneas ideal para el cultivo en maceta, más aun teniendo en cuenta que florecen a partir de julio hasta el otoño. Para los rincones con sombra del jardín, opte por las Chasmanthium latifolium, Phalaris arundinacea o Hakonechloa macra Aureola: sus hojas abigarradas de oro, plata o púrpura hacen resaltar los espacios menos iluminados. Las variedades Deschampsia caespitosa y Calamagrostis acutiflora stricta toleran bien suelos arcillosos. Prefiera las gramíneas de 25 cm de altura para hacer florecer al pie de una planta dominante, o más bien las variedades enanas de 15 cm para un parterre. Las gramíneas también difieren en cuanto al aspecto de sus tallos: colgantes, erectos o rastreros, las ramificaciones de las gramíneas permiten colocarlas en cualquier lugar del jardín. Arbolillos como las coníferas crecen sin problemas con las gramíneas, que son ideales para camuflar sus pies.

Cultivo y propagación de gramíneas

El crecimiento de las gramíneas puede alcanzar importantes dimensiones una vez que llegan a la madurez, por lo que es conveniente privilegiar las gramíneas pequeñas para plantar en los parterres. El primer paso es cavar un agujero y poner una gruesa capa de gravilla en el fondo, que hay que cubrir luego con arena para un mejor drenaje, esencial para las gramíneas. A continuación se debe trabajar bien el suelo, colocar la planta y por último regar la mata copiosamente. No olvide arrancar las malas hierbas. Para las gramíneas altas se debe agregar una pequeña cantidad de harina de hueso al substrato de plantación, que se debe mezclar con turba para ablandar el suelo del jardín. Plante las gramíneas hasta la base de la planta y riegue abundantemente para llenar los espacios. Si se trata de gramíneas compradas en macetas, o si desea dividir sus plantas, sumerja todo salvo las partes aéreas en agua y retire suavemente la planta de la maceta. Si las raíces se entremezclan demasiado, corte la mata verticalmente para favorecer la separación de las raíces seccionadas. Cultive luego cada planta por separado, y agregue dos puñados de compost a cada maceta. Cabe señalar que el trasplante debe realizarse en la primavera. La mayoría de las gramíneas crecen en suelos ligeros y secos en lugares bien expuestos al sol, pero algunas variedades anuales como las del género Pennisetum requieren que un espacio con sombra. No son exigentes, en cambio, en lo referente a la calidad del suelo. Antes de que las semillas se vuelen, coseche las de las variedades anuales y envuélvalas en una bolsa de tela o papel. Las semillas están listas para ser sembradas cuando se separan del tallo, pero por lo general la siembra ocurre de forma natural cuando las semillas caen al suelo.

Generalidades sobre el mantenimiento de las gramíneas.

Es aconsejable plantar las gramíneas en un lugar en el que dispongan de espacio suficiente como para que no invadan los arriates de las plantas circundantes. Con la excepción de algunas variedades, las gramíneas viven mal en tierras muy húmedas, con heladas severas y con presencia de malas hierbas, por más que la mayoría de ellas sean resistentes. Al final de la helada conviene efectuar una poda severa de las gramíneas, dejando sólo unos pocos centímetros de altura. Esté pendiente de eventuales casos de roya, que suelen reconocerse por la presencia de marcas naranja en las hojas de las gramíneas. Adopte las medidas apropiadas para combatir la Deroceras reticulatum (babosa gris) y la Tipula paludosa (insecto díptero de la familia de los tipúlidos), que atacan los brotes jóvenes. También hay que estar atentos a la presencia de determinadas especies de orugas de mariposa nocturna, tanto las que se alimentan de las hojas de las gramíneas como las que crecen en los tallos.

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Publicado en Guía de flores por Alejo el 15 Jun 2011