El cultivos de nabos y colirrábanos exige el cumplimiento de ciertos criterios con respecto al tipo de suelo, la siembra y el mantenimiento, lo que garantiza un buen resultado. Estas brasicáceas han estado durante mucho tiempo entre los alimentos más consumidos, y hoy en día existen numerosas maneras de prepararlas y consumirlas. Hortalizas de propagación rápida, los nabos y los colirrábanos son apreciados además por su aporte nutricional y su gusto particular.

Los nabos y colirrábanos se comen desde hace siglos (desde antes de la era cristiana en el caso de los nabos) en Europa. De hecho, el nabo era uno de los alimentos básicos de los europeos antes de ser reemplazada por la patata, traída por los españoles de España. En cuanto al colirrábano, se utiliza actualmente como alimento tanto para los hombres (sobre todo en Europa) como para el ganado (USA). Esta especie, además de su doble utilidad, es particularmente resistente con respecto al nabo.

La presentación del nabo y el colirrábano

Se trata en ambos casos de plantas herbáceas de la familia Brassicaceae, que necesitan tierra suelta y húmeda y no prosperan en un suelo compactado. Como alimento, el nabo proporciona un excelente aporte nutricional, porque es bajo en calorías pero rico en vitamina C, calcio y potasio. Se utiliza la raíz y también las hojas, cocinadas de diferentes maneras. El nabo se puede comer cocido, desmenuzado, crudo o en sopa. 

Las características de la plantación de nabos y colirrábanos 

El nabo requiere un terreno de plantación que no sea demasiado seco ni reciba mucho sol, ya que tiene una gran necesidad de agua. La siembra se lleva a cabo desde mediados de marzo hasta finales de abril, en surcos separados entre sí por 40 cm y a una profundidad de 1 cm. A continuación hay que volver a taparlos, apisonar con el dorso del rastrillo y regar; es realmente necesario que el suelo se mantenga húmedo durante todo el crecimiento. Una vez que las plantas ya tenga hojas bien formadas se puede comenzar el aclareo con el fin de que quede una planta cada 10 o 12 cm. Además del riego regular, habrá que binar y escardar para eliminar las malas hierbas. Un pajote o mulching también ayudará a mantener un suelo fresco. La recolección puede tener lugar unos dos meses después de la siembra, lo que permitirá por lo que podrá degustar los diferentes tipos de nabos, entre los que puede mencionarse el Milano (raíz achatada, cuello morado y parte enterrada blanca), el Croissy y el Blanco Plano Temprano (forma discoidal y carne tierna). 

El colirrábano, por su parte, se adapta a todos los tipos de suelo. Las semillas deben sembrarse entre marzo y junio, en surcos separados entre sí por 30 cm a una profundidad de 5 cm. A continuación hay que cubrir con compost y regar. El aclareo se llevará a cabo entre 5 y 6 semanas más tarde, dejando sólo una planta cada 20 cm. El mantenimiento consiste básicamente en colocar un acolchado o mulching para mantener un cierto nivel de frescura del suelo. Por otro lado, a pesar de las diversas enfermedades relacionadas con la presencia de parásitos, el colirrábano resiste y crece rápido. Una primera cosecha podrá efectuarse entre 8 y 10 semanas más tarde, cuando la parte hinchada del tallo tenga el tamaño de una pelota de tenis. Este último punto es importante, ya que si sigue creciendo ya no será comestible. Entre las mejores variedades se pueden mencionar la Azur Star, el colirrábano blanco precoz de Viena y la Blaro.

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Publicado en Hortalizas de primavera por Alejo el 06 Sep 2011