El limonero produce limones, frutas de pulpa ácida que se utilizan como condimento. También se le da el mismo nombre que a su fruto (limón). Un cultivo correcto es indispensable para obtener frutos de buena calidad. Para ello, hay que conocer sus necesidades en términos de sustrato, temperatura y riego. En condiciones ideales, el árbol puede alcanzar hasta tres metros de altura y da bellas flores blancas y fragantes antes de la cosecha de la fruta.

Este pequeño árbol frutal perennifolio se cultiva en el mediterráneo y en los trópicos. En España, se produce a gran escala en las provincias de Murcia, Alicante, Málaga y Almería; de manera general, y como el resto de los cítricos en el país, se cultiva en los regadíos del litoral mediterráneo. Cuando no se cultiva por sus frutos, el limón se utiliza como planta ornamental y puede ser instalada en el porche en una maceta.

Cómo cultivar el limonero

El primer paso para el cultivo del limonero es la elección del suelo, tanto en maceta como en tierra. Si este frutal puede desarrollarse en suelos calcáreos o pedregosos, por lo general crece en suelos menos ácidos, frescos y provistos de un sistema de drenaje capaz de deshacerse de los excedentes de agua.

Se trata de un árbol que se beneficia de la exposición a los rayos solares, por lo que no dude en ponerlo en contacto directo con la luz del sol. Sin embargo, soporta mal el viento, que puede secar sus hojas. Asegúrese también de aislarlo de otras plantas, ya que su presencia no le es beneficiosa. A temperaturas por debajo de 5°C, el limonero cesa su crecimiento, necesario para sus frutos futuros.

La propagación del limonero es un proceso en dos pasos: en primer lugar, el sembrado en cama caliente, y luego el injerto de una plantón pequeño de unos dos años. Esta operación permite la reproducción asexuada. El injerto de yema (el más popular) se realiza en mayo o agosto, mientras que el injerto por hendidura se lleva a cabo en agosto o septiembre.

Mantenimiento del limonero

En invierno es recomendable llevar la maceta al interior, para que el árbol no sufra con las bajas temperaturas. Recuerde quitar la hierba alrededor del pie, ya que el limonero tolera mal la competencia. Hágalo manualmente y no con una laya a fin de no dañar las partes superficiales de las raíces.

Para el riego, prefiera el agua sin calcáreo ni cloro. Deje de regar en junio y julio, y reanude el suministro de agua en agosto. Usted obtendrá así una buena floración para el verano. Fertilice cada tres semanas con una proporción de NPK 1 1 2. En primavera y otoño, realice un suministro de estiércol descompuesto.

En lo que respecta a plagas y parásitos, el limonero es muy sensible a los ácaros y áfidos. Para eliminarlos, rocíe con insecticida cada siete días. También es necesario observar el comportamiento de su planta: hojas amarillas u orientadas hacia abajo revelan un exceso de agua, mientras que si están orientadas hacia arriba indican lo contrario. Las hojas ennegrecidas, por su parte, son señal de que el árbol tiene frío, y un follaje pálido muestra en cambio que falta fertilizante.

Para un limonero más o menos grande, limite la poda a algunas ramas mal dirigidas para airear el interior del árbol. En general, la poda se realizará en función de la solidez del árbol: para un árbol menos vigoroso, pode ligeramente, mientras que para un árbol robusto la poda será más grande. Es importante tener en cuenta que la poda debe tener lugar después de la cosecha, ya que los limones crecen en las ramas nuevas y no en las de años anteriores.

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Publicado en Vergeles y árboles frutales por Alejo el 14 Jun 2011