La planta extrae los nutrientes y el agua que necesita de la tierra. Por ello, para un desarrollo adecuado del ejemplar cultivado es necesario que las características del suelo respondan de forma óptima a las necesidades del vegetal. Para ello, es útil a veces corregir el suelo con el fin de mejorar sus propiedades mediante la incorporación de sustancias orgánicas y/o minerales. Con ese fin, hay que comenzar por elegir la enmienda apropiada para mantener o aumentar su fertilidad.

En efecto, para corregir las deficiencias del suelo y garantizar las necesidades de las plantas, es indispensable utilizar los ingredientes indicados. Así, la elección de la enmienda debe basarse en la estructura física, química y biológica del suelo y en los requisitos específicos de las plantas. Según el caso, se agregarán sustancias orgánicas o minerales; cada tipo de enmienda tiene sus ventajas y desventajas. La elección final también puede depender de criterios externos, como por ejemplo económicos o ambientales.

Por qué modificar el suelo del jardín

Una enmienda es necesaria para controlar la humedad del suelo. En efecto, un suelo que contenga una gran cantidad de arcilla puede tener la capacidad de contener mucha más agua, en comparación con un suelo más arenoso, que tiende a dejar que se filtre el agua rápidamente. Es indispensable conocer esta característica del suelo, en la medida en que la necesidad de humedad de una planta es variable. De esta manera, habrá que agregar arena a un suelo pesado para hacerlo más permeable y arcilla aun suelo muy ligero para que retenga mejor el agua. Además, una enmienda también es útil para mejorar la estructura física del suelo, para hacerlo más compacto o al contrario más friable, y para airearlo y favorecer así el desarrollo de las raíces, entre otros efectos positivos. Por otra parte, tanto la planta como diversos microorganismos son sensibles a la estructura química del suelo. De esta forma, un suelo ácido debe ser enmendado con calcáreo, mientras que un suelo alcalino debe ser acidificado con turba de musgo.

Enmiendas orgánicas

Las enmiendas orgánicas, que pueden provenir de residuos orgánicos domésticos o de jardín, de estiércol o de restos de plantas, se transforman finalmente en humus. Esto mejora la estructura del suelo regularizando la humedad, compactando las tierras friables o aligerando los suelos pesados, lo que hace que sea más fácil trabajarlos. Al descomponerse lentamente en el suelo, la enmienda orgánica crea un entorno favorable para los micro-organismos, que proporcionan los elementos necesarios para la nutrición de las plantas. Este tipo de enmienda presenta también la ventaja de no contener elementos nocivos ni para el suelo ni para las plantas. Además, estas sustancias por lo general no son directamente disponibles para las plantas, lo que favorece la actividad biológica del suelo. Por otra parte, es posible fabricar uno mismo la enmienda, por ejemplo haciendo compost a través del reciclaje de residuos orgánicos. Algunas personas consideran sin embargo que la lentitud de su acción es una desventaja, ya que necesitan de tiempo para descomponerse antes de ser efectivamente activos, pero esto también puede ser una ventaja en la medida en que la acción es así más duradera.

Enmiendas minerales

El tratamiento del suelo con una enmienda inorgánica (mineral) consiste en agregar varios elementos químicos, principalmente para equilibrar su estructura química y mejorar su textura. Así, para neutralizar la acidez del suelo puede utilizarse cal apagada, que aporta calcio y magnesio; yeso, que contiene sulfato de calcio y azufre; cenizas de madera, que también proporcionan calcio y además fósforo, y diversos oligoelementos. Para acidificar un suelo demasiado alcalino, en cambio, hay que recurrir al azufre, al sulfato de hierro o al sulfato de aluminio. Por otro lado, las enmiendas minerales permiten también controlar el contenido de sodio del suelo luego del uso de sal para quitar la nieve, por ejemplo. En comparación con las enmiendas orgánicas, su acción es más rápida debido a que los elementos que contienen no requieren ser transformados mediante la intervención de microorganismos. Sin embargo, es muy importante utilizarlas con cuidado, porque en una dosis demasiado alta pueden ser cáusticas para el medio ambiente y pueden causar enfermedades o disfunciones del metabolismo en algunas plantas, como por ejemplo la clorosis. Por último, al tratarse de sustancias químicas, su uso y manipulación necesitan diversas precauciones, sobre todo para evitar la contaminación del medio ambiente.

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Publicado en Abecé del jardinero por Alejo el 14 Jun 2011