El cuidado de un rosal exige mucha atención, ya que son muchas las enfermedades que pueden atacarlo y afectar su desarrollo. Por este motivo, hay que proporcionarle cuidados regulares, tomar medidas preventivas o aplicar un tratamiento curativo en caso de un ataque ya declarado. Para evitar esto último, está claro que la prevención es la mejor estrategia. Suele alcanzar para ello con realizar algunas acciones simples y económicas, que deben llevarse a cabo regularmente a lo largo de las estaciones.

Los rosales son sensibles a los ataques de diversas enfermedades, que pueden deberse tanto a insectos como a hongos y afectan la estética de la planta e impiden su desarrollo. Por ello, es esencial suministrar los cuidados necesarios para prevenirlas, así como poder identificarlas para saber qué tratamiento aplicar en caso de ataque. Las enfermedades de los rosales son fáciles de evitar, ya que alcanza con cumplir las condiciones necesarias a la buena salud de la planta. Esto implica, entre otras cosas, plantar el rosal a pleno sol en un suelo ligeramente ácido y ligero, evitando la replantación en terrenos que ya se hayan usado para el cultivo de este género. Asimismo, es conveniente favorecer plantas compañeras como lavanda (que ahuyenta a los áfidos), clavel de la India y tagetes (que ayudan a eliminar los nematodos que puedan infestar las raíces), entre otras. Tampoco hay que olvidar limpiar correctamente las herramientas de jardinería para disminuir los riesgos de contaminación.

Insectos dañinos para los rosales

Son muchos los insectos que pueden infestar los rosales a lo largo de las estaciones, enfermándolos. Entre ellos están los ácaros, que atacan la planta desde mediados de mayo hasta mediados de octubre. Similares a pequeñas arañas amarillas, dañan sobre todo las hojas, y pueden llegar a destruir todo el rosal si no se reacciona a tiempo. Los síntomas consisten en deformaciones en las hojas, que pierden color, se ponen grises y terminan por morir. Para prevenir estos ataques, es aconsejable regar correctamente el rosal y colocar un acolchado de paja de lino a sus pies para retener la humedad. Los fertilizantes con purin de ortiga y las decocciones de cola de caballo constituyen un excelente tratamiento preventivo; como control biólogico pueden utilizarse insectos de la familia de los antocóridos, especialmente los de los géneros Orius y Anthocoris. En el invierno es recomendable untar los tallos del rosal con aceite mineral para matar los huevos de ácaros que estén en hibernación.

Además de los ácaros, orugas y cochinillas también son perjudiciales para el rosal. Las orugas (larvas de lepidópteros) atacan sobre todo las hojas jóvenes a finales de la primavera. Las más peligrosas son las nocturnas, que destruyen los botones florales. Su presencia se detecta con facilidad porque dejan rastros de mordeduras en las hojas. En cuanto a las cochinillas, llegan sobre todo en el mes de junio, con la humedad y las altas temperaturas, y atacan los tallos para alimentarse de la savia. Los síntomas aparecen bajo la forma de manchas blancas, grises o marrones. Los ataques de cochinillas pueden causar la destrucción del rosal si no se los trata adecuadamente. Para prevenir la presencia de orugas y cochinillas hay que tratar el rosal con un insecticida orgánico o aplicar un método de control físico.

Además de los mencionados anteriormente, existen otros insectos que también pueden dañar el desarrollo del rosal: se trata de gorgojos (género Otiorhynchus), moscas de sierra, trips y pulgones. Los dos primeros comen las hojas de los rosales, mientras que los pulgones y trips atacan los botones florales, que no llegan a abrirse y mueren. No existen medidas preventivas contra moscas de sierra y trips, pero pueden utilizarse musarañas y erizos como método de control biológico contra los gorgojos. Los pulgones pueden eliminarse manualmente si la colonia es poco importante, pero de no ser así pueden liberarse mariquitas en el terreno para que los coman, lo que constituye un tratamiento más eficaz. De todas formas, como siempre es mejor recurrir a la prevención si es posible, conviene esparcir posos de café al pie de los rosales cada mes, ya que esto los ahuyenta.

Los ataques de hongos sobre los rosales

Aparte de los insectos, los hongos son las principales fuentes de enfermedades para los rosales, como por ejemplo la de las manchas negras. Esta enfermedad es causada por un hongo llamado Marsonia, y se evidencia a través de manchas negras sobre las hojas, que terminan por ponerse amarillas y caerse. Suele manifestarse durante las estaciones húmedas, y puede debilitar fuertemente los rosales. Para evitarlo, es aconsejable optar por especies de rosales con hojas brillantes y saludables. Por otra parte, es esencial juntar las hojas muertas a medida que vayan cayendo, y aplicar un tratamiento con decocción de cola de caballo una vez al mes durante el período de junio a septiembre.

De todas formas, el hongo más peligroso para el rosal es el oídio. La enfermedad resultante tiene el mismo nombre y es la causa del retraso en el crecimiento de la planta. El oídio se manifiesta como una especie de vello blanquecino que cubre los tallos y las hojas de la planta, y se ve favorecido por la acidez del suelo y la falta de calcáreo. Sin embargo, esta enfermedad es fácilmente prevenible, para lo cual puede utilizarse una decocción de cola de caballo; el azufre en polvo también es eficaz. En cambio, la aplicación de acolchados ácidos como el de corteza de pino está desaconsejado: lo ideal es un pajote de lino.

Por último, la pudrición de la raíz y la roya también son enfermedades causadas por hongos. La pudrición de la raíz es causada por hongos del género Armillaria, que atacan las raíces y destruyen por completo la planta. Sin embargo, la enfermedad es rara, y es sobre todo resultado de la negligencia del jardinero. La roya, por su parte, se manifiesta a través de manchas de color naranja que aparecen sobre las hojas. Poco peligrosa, produce sobre todo daños estéticos. Para prevenir estas enfermedades, es indispensable evitar el desarrollo de hongos en el suelo recogiendo todas las hojas que caigan. Para la roya en particular, lo ideal es aplicar mezcla de Burdeos cada tres semanas.

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Publicado en Los rosales por Alejo el 16 Sep 2011