Para obtener hortalizas de buena calidad, es necesario que dispongan de condiciones óptimas durante las diferentes fases de su desarrollo: el agua, los nutrientes y la luz y deben estar disponibles en cantidad suficiente y en el momento necesario. Por supuesto, otros parámetros relacionados con el medio ambiente también cumplen un rol activo, como por ejemplo el frío. De hecho, las plantas pueden ser particularmente sensibles a las bajas temperaturas y necesitar ser protegidas de ellas.

 

Es innegable que las hortalizas, al igual que las otras plantas, pueden sufrir con el frío, y por ello es importante proporcionar una protección necesaria al respecto para que los cultivos puedan resistir y sobrevivir.

Por qué proteger las hortalizas del frío

El aire, el sol, el agua y la tierra son elementos vitales para las hortalizas, pero una variación demasiado fuerte de alguno de ellos (un exceso o déficit) durante un período largo puede serles fatal. De hecho, todas las partes de una planta le son indispensables, ya que cada una explota un aspecto particular del medio ambiente. Las hojas, por ejemplo, sirven para capturar la luz solar y el dióxido de carbono, necesarios para la fotosíntesis. Las raíces, a su vez, sirven para extraer los nutrientes y la humedad del suelo. Los tallos y ramas, por su lado, sirven de enlace entre las hojas y las raíces. Sin embargo, la mayoría de las plantas, incluyendo muchas hortalizas, son especialmente sensibles al frío, que ataca sus diferentes partes. Así, por más que las diferentes especies posean medios de defensa naturales, una ayuda exterior les será sumamente beneficiosa.

Dependiendo de la especie de la que se trate, las consecuencias del invierno van desde la disminución o paralización de la actividad vegetal de la planta en espera hasta la destrucción de las plantas frágiles, inadaptadas o demasiado jóvenes. De hecho, defender una hortaliza del frío consiste en proteger sus partes aéreas, que pueden literalmente quemarse o pudrirse a causa de una variación de temperatura demasiado grande, así como sus partes subterráneas, o más exactamente el suelo en el que crecen, (el contenido de humedad varía y la actividad biológica se ve perturbada). Cuando se protege un vegetal contra el frío es importante no olvidar este último aspecto, y proteger tanto la hortaliza como el suelo.

Cómo proteger las hortalizas contra el frío

Antes de la protección en sí, es prudente considerar todo lo relativo a la prevención. De hecho, la mejor manera de proteger una planta del frío consiste en no hacer coincidir la etapa de crecimiento con el periodo de frío, excepto en los casos en los que esto sea necesario. Para ello, el mejor método es respetar el calendario de cultivo, pero incluso sin la ayuda de esta herramienta a menudo alcanza con conocer la duración de cada ciclo de vida de una planta para programar la siembra, la plantación, el trasplante, etc. Por lo tanto, aunque los días malos sean inevitables, las plantas estarán en mejores condiciones de resistirlos porque ya habrán podido alcanzar una etapa avanzada de desarrollo, lo cual aumentará su resistencia y facilitará aún más su protección.

Como se señaló anteriormente, es importante proteger la hortaliza del frío, pero también el suelo en el que crece. Para ello, pueden efectuarse acciones muy sencillas pero eficaces: la quemadura de las hojas puede evitarse limitando el riego al máximo, y hay que eliminar el hielo que se haya formado sacudiendo la planta. Por otro lado, también pueden cubrirse el suelo y las hortalizas, para lo cual es posible utilizar una planta cubresuelo o un acolchado vegetal o mulch (consistente en diversos residuos de jardinería), pero también layar y cubrir los tallos de tierra, lo cual permite airear el suelo y enterrar compost. Las partes aéreas también pueden ser protegidas por una cubierta vegetal.

Disponer de un invernadero sería por supuesto ideal, pero también puede optarse por soluciones mucho más simples y económicas. Por ejemplo, puede recurrirse a la plasticultura, que consiste en cubrir las hortalizas con una lámina de plástico perforada para evitar que las verduras se ahoguen, en utilizar velos de invierno (principalmente no tejidos) o en colocar túneles de plástico. La ventaja de estos materiales es que son generalmente móviles, además de ser reutilizables. Estos artículos se pueden encontrar y adquirir fácilmente, pero es importante no olvidar airearlos de vez en cuando al utilizarlos, sobre todo cuando el tiempo es soleado.

Las hortalizas tempranas, cuya siembra se realiza durante el invierno, deben recibir una atención especial. En efecto, las hortalizas que estén germinando o en estado de plántulas atraviesan una fase durante la cual son extremadamente frágiles y particularmente sensibles a la temperatura. La germinación de las semillas puede llevarse a cabo en interiores, utilizando por ejemplo cajitas o macetas y sacándolas de vez en cuando para que puedan disfrutar de la luz, y también en exteriores, utilizando en este caso una cajonera o un túnel.

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Publicado en Tareas del huerto por Alejo el 03 Oct 2011