De la familia Ranunculaceae, las clemátides se consideran como las enredaderas más cultivadas, y sus numerosas variedades presentan una gran diversidad en cuanto a forma, tamaño y color. Muy vigorosas, hacen pensar en cascadas coloridas, estrellas fugaces o vuelos de mariposas, y decoran magníficamente fachadas y cenadores durante todo el año. De marzo a noviembre, estas flores (grandes o pequeñas según la especie) iluminarán el jardín con un verdadero festival de colores, sin exigir cuidados tediosos.

Hay alrededor de 200 especies de clemátides, y la elección de la especie a cultivar debe hacerse sobre la base del color, el vigor y las fechas de floración. Las distintas especies, tanto de hojas caducas como perennes, pueden medir desde 1 hasta 10 metros, y su gran diversidad de formas y colores es una gran ayuda para decorar bellamente el jardín.

Las variedades de clemátides

Dependiendo del uso previsto (en macizo, para dar color a un seto, como cubresuelo o en tanto que planta trepadora), se puede optar por los diversos colores que presentan las distintas variedades, desde el blanco hasta el morado casi negro, pasando por amarillo, tonos de rosa, malva y rojo. Tal diversidad puede incluso complicar la elección, sobre todo considerando que a veces la diferencia no consiste más que en un matiz del color. De todas formas, algunas variedades se han impuesto como las estrellas indiscutibles del género. Así, entre las más célebres podemos mencionar las \”The President\” y \”Lawsoniana\”, púrpuras; las \”Dr. Ruppel\’, \”\’Nelly Moser\” o \” Bees Jubilee\”, rosadas; y las \”Ville de Lyon\” y\” Niobe\”, rojas. En todo el mundo, los horticultores han desarrollado cultivares con formas y colores inusuales.

En cada estación florecerán especies diferentes. En primavera, las pequeñas flores de color rosa de la Clematis montana comenzarán a asomarse. Las variedades de verano son las más populares; es el caso de la Clematis lagunosa que alegrará nuestros jardines con sus grandes corolas. En otoño, la Clematis tangutica ilumina aún el jardín con su característico color amarillo, desplegando sus altas lianas vigorosas antes de producir frutos plumosos de lo más decorativos. En invierno, la enredadera andaluza, cola de ardilla, clemátide de Virginia, aján, vidriera o hierba muermera (Clematis cirrhosa) resiste, y despliega sus frágiles campanillas en el frío. Algunas variedades parecen jugar a las escondidas, desapareciendo para reaparecer después con más fuerza; es el caso de la \”Hagley Hybrid\”, que florece entre mayo y junio y luego en septiembre.

Compra y plantación de clemátides

Los tallos deben estar sanos y sin lesiones y poseer hojas bien verdes. Es mejor preferir ejemplares de pies ramificados en la base y con al menos tres tallos, que suelen tener raíces fuertes y numerosas.

Las clemátides deben plantarse en un suelo ligero, fértil y no demasiado calcáreo en la primavera para evitar la congelación, en hoyos del mismo tamaño que para los arbustos, de un diámetro de entre 40 a 50 centímetros, en una mezcla de turba y mantillo orgánico. Al plantar la mata de raíces hay que inclinarla hacia el soporte y luego colocar y atar los tallos a lo largo del mismo para ayudarlos a crecer. También hay que poner una capa de 4 a 5 centímetros de grava, que funcionará como capa de drenaje y ayudará al buen desarrollo de la planta. Aunque las clemátides se benefician del sol, de todas formas es necesario que estén protegidas de los rayos directos que pueden quemarlas por medio de una teja o un acolchado.

Estas plantas crecen perfectamente a lo largo de un arbusto, contra una pared, sobre una pérgola, un pilar, un cenador o un enrejado con el apoyo de un rodrigón o una cerca o apoyándose sobre otros arbustos . Las clemátides quedan bien combinadas con arbustos de follaje colorido, rosales y madreselvas, teniendo cuidado de asegurar la armonía de los colores.

Mantenimiento de clemátides

El primer punto clave a recordar es ser generosos con el riego para evitar el marchitamiento de las plantas, especialmente en suelos pesados donde el drenaje puede ser más difícil. Por otro lado, el enemigo principal de las clemátides es el Phoma clematidina: en cuestión de horas, este hongo asfixia por completo una planta aparentemente sana, que se retuerce sobre sí misma hasta secarse por completo. Esta enfermedad afecta principalmente a las especies de grandes hojas, ya que las de flores pequeñas no se ven atacadas. La vigilancia sigue siendo la mejor medicina, para así poder desenterrar la planta a tiempo, identificar las lesiones y cortar justo por encima antes de volver a plantar en tierra nueva .

De manera cotidiana hay que eliminar los tallos y las flores marchitas, ya que esto favorece el surgimiento de las flores y mantiene la planta en buenas condiciones de salud. Hay que hacer una excepción con las especies cuyos frutos plumosos tiene valor decorativo. Las clemátides necesitan fertilización en verano, pero se debe evitar el suministro excesivo de nitrógeno.

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Publicado en Enredaderas por Alejo el 26 Jul 2011