Gracias a sus numerosos usos y ventajas, el rosal arbustivo es uno de los pilares del jardín. En primer lugar, porque ofrece hermosas flores que alegrarán el espacio en el que se lo plante, pero también porque puede servir como una barrera o seto que protegeja de eventuales intrusiones. De todas formas, la principal ventaja de este tipo de rosales es que su cultivo y mantenimiento son accesibles para todo el mundo, incluso para quienes no tengan especialmente buena mano para la jardinería. 

Generalmente ubicados en el fondo del jardín, los rosales arbustivos alcanzan alturas de entre 1,5 y 3 m. Obviamente, su ventaja principal con respecto a los arbustos comunes es sin lugar a dudas su bella y colorida floración, que le da al jardín una personalidad propia. Aunque ocupan mucho espacio, estas plantas son muy prácticas para alegrar una cerca o para marcar los límites y las divisiones de un jardín. 

El cultivo de rosales arbustivos 

Los rosales arbustivos son famosos por su capacidad de formar bonitos macizos coloridos en el jardín. La floración tiene lugar entre junio y octubre, y la plantación debe realizarse entre noviembre y febrero. Si bien conviene utilizar buena tierra, estas plantas también aceptan tierras pesadas ​​y arenosas. En cuanto a las variedades, las opciones son muchas, y la decisión puede tomarse en función de diversos parámetros: el tamaño, el color, el tipo de hoja (grande, pequeña o doble) o el perfume. Pueden mencionarse, entre las variedades notables, la Westerland, la Tobago, la Smarty, la Rosa rugosa \”Blanche Double de Coubert\” y la Anne de Bretagne. 

Mantenimiento de rosales arbustivos 

Los rosales arbustivos no requieren un gran esfuerzo para su mantenimiento, ya que crecen a su manera, casi al azar. Por ello, al realizar la poda, que suele tener lugar al final del invierno, basta con quitar las flores marchitas y eliminar las ramas viejas y las ramitas secas. En el caso de los rosales de menos de 3 años, los tallos deben podarse sólo en un 30% de su longitud. En los de 3 años de edad o más pueden eliminarse de las ramas viejas lo más cerca posible del suelo. Es igualmente importante recordar podar el centro de los arbustos poblados para permitir una buena aireación. Los ramos muertos, los botones florales que no se hayan y los eventuales frutos también deben ser eliminados. 

Para los rosales no reflorecientes (una sola floración) alcanza con una poda anual, mientras que para las variedades reflorecientes o remontantes (floraciones múltiples cada año) hay que prever varias podas. La primera es la poda de mantenimiento, que se realiza cuando hace falta dar orden a las ramas florecidas pero también cuando hay flores marchitas, que no deben permanecer sobre el rosal. Luego vienen en sucesión la poda de otoño y la de primavera, que sirven para mantener el rosal y prepararlo para la próxima floración, pero también son útiles para garantizar la longevidad de la planta.


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Publicado en Los rosales por Alejo el 16 Sep 2011