Cada familia de plantas se nutre de un modo particular, tomando del suelo algunos nutrientes y restaurando otros. Por ello, el cultivo de una sola familia de plantas en la misma parcela, en el largo plazo, hará que el suelo se empobrezca y produzca menos. Para evitar esto es que se utiliza la rotación de cultivos. Este procedimiento permite, de manera natural, que el suelo conserve un cierto equilibrio de nutrientes y siga siendo productivo.

En efecto, la práctica de la rotación de cultivos mantiene un buen balance entre los elementos nutritivos del suelo, eligiendo las especies a plantar de acuerdo a qué nutrientes toman y cuáles restauran.

Los fundamentos de la alternancia de cultivos

Las plantas del huerto pueden clasificarse en tres grupos, el primero de los cuales incluye las hortalizas de hoja, y las solanáceas como la berenjena, el pimiento o el tomate. Se trata de plantas golosas, que requieren un suelo rico, especialmente en nitrógeno. El segundo grupo está formado por las hortalizas de raíz como zanahorias, nabos, rábanos y apios entre otras, que extraen los nutrientes que necesitan del suelo profundo y requieren poco fertilizante. En el tercer grupo están las plantas con vainas o leguminosas, como judías, guisantes, etc., y cucurbitáceas como el melón, la calabaza y el pepino. Estas hortalizas fijan el nitrógeno en el suelo gracias a los nódulos de sus raíces. Debido a sus propiedades diferentes, todas estas plantas tienen una gran influencia en la calidad del suelo, por lo que es recomendable cultivarlas de forma alternada.

Cómo realizar la rotación de cultivos

Después de comprender la clasificación de los vegetales, las palabras clave de la rotación de cultivos pueden limitarse a dos palabras: división y planificación. La división consiste en dividir el huerto en cuatro parcelas. Cada uno de ellas hospedará cada año, y de forma sucesiva, una familia de plantas. Así, el primer año se cultivarán por ejemplo hortalizas de hoja en la primera parcela, hortalizas de raíz en la segunda y leguminosas en la tercera. El año siguiente se plantarán las hortalizas de hoja en la segunda parcela, hortalizas de raíz en la tercera y leguminosas en la cuarta. La parcela número uno se dejará en barbecho y se la utilizará para depositar el abono verde. Los años siguientes, los cultivos se desplazarán en la misma dirección, de una parcela a otra, hasta recuperar su posición inicial, lo cual completa una rotación clásica de cuatro años.

La planificación, por su parte, se utiliza como hoja de ruta para evitar errores en la rotación de cultivos. Se trata de una suerte de plan plurianual del huerto, en el que figurará por adelantado la ubicación de las plantas en cada parcela en los años siguientes. Como la rotación se lleva a cabo durante cuatro años, el plan debe abarcar este lapso. Señalemos que, en general, la alternancia de cultivos implica una sucesión de legumbres, de hortalizas de raíz y hortalizas de hoja, para terminar con abono verde.

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Publicado en Abecé del jardinero por Alejo el 14 Jun 2011