El prado florido, una creación destinada a embellecer la naturaleza y el medio ambiente, ocupa un papel en la conservación de la biodiversidad y el equilibrio de la fauna y la flora. De hecho, algunos animales necesitan ese tipo de espacio para crecer y multiplicarse, y esas mismas especies ayudan a perpetuar el ciclo vegetal y de floración de esas flores. Crear un bello paisaje de prado florido es tanto una manera de participar en una acción ecológica como un gesto de generosidad hacia el bienestar de nuestros semejantes.

La creación de un paisaje de prado florido requiere conocer la naturaleza del terreno: si se trata de un suelo pobre, rico, húmedo, seco, arenoso, pedregoso, etc… Estos detalles le ayudarán a tomar una decisión para seleccionar las flores que se adapten al terreno. De todas maneras, cabe señalar que las flores que crecen en las praderas son en su mayoría silvestres y no requieren un mantenimiento especial del suelo. Incluso es útil empobrecer el suelo si es demasiado rico antes de la siembra, porque un suelo demasiado húmedo y rico no es adecuado para las flores silvestres. También debemos considerar el clima antes de elegir la composición del prado de flores, ya que cada flor tiene su afinidad por un tipo de clima específico: suele ocurrir que una composición mezcle a propósito variedades que florecen en invierno con otras que den flores en verano con un tercer tipo de floración primaveral. Estos prados de flores, por otra parte, permitirán el desarrollo de determinados animales: hay praderas ideales para las mariposas o las aves o para atraer a las abejas; incluso hay algunas mezclas de flores que repelen determinados insectos dañinos o perjudiciales.

La preparación del terreno

Sea cual sea el tipo de terreno o su uso anterior, se lo debe empobrecer si se lo ha enriquecido con abono, para lo cual se debe cortar el césped al ras de manera regular, y arrancar las malas hierbas a medida que aparezcan. Hay que evitar sin embargo fertilizar la pradera con compost o abono, y recoger las hierbas cortadas luego de cada poda del césped. Cuando el suelo esté lo suficientemente empobrecido se podrá proceder a la siembra. Si el suelo es muy rico será necesario quitar una parte importante, de 15 a 20 cm de espesor. Esta última técnica es además la más rápida, ya que los otros métodos requieren a veces varios años de paciencia antes de poder realizar el verdadero trabajo. Si el suelo ya es naturalmente pobre, alcanzará con pasar con el tractor o la laya. La superficie a sembrar debe estar bien preparada y estar en un lugar soleado: un espacio sombrío producirá una pradera con mucho follaje pero pocas flores.

La siembra

Si se opta por semillas de flores anuales, se debe sembrar en primavera: el tiempo sobra entre marzo y junio. Para obtener praderas que florezcan en diferentes estaciones del año, es decir con flores plurianuales, es mejor sembrar de marzo a octubre. A pesar de estas fechas, debemos tener en cuenta el hecho de que no se debe sembrar ni cuando hace demasiado calor ni cuando hiela, y tampoco cuando el suelo está demasiado seco ausencia o déficit de lluvia. Las semillas ya vienen mezcladas en sus envases con materiales que facilitan la siembra a voleo, lo que permite obtener una mezcla homogénea y armónica de césped y de composición floral. Después de la siembra se debe cubrir con tierra ligera con ayuda de un rastrillado suave, y luego regar de manera cotidiana hasta el final del despunte. La cantidad a sembrar depende de la naturaleza del suelo, pero en promedio es de 5 g de semillas por metro cuadrado. Para estar más seguro sobre este punto, es mejor buscar el consejo de un paisajista o un especialista en botánica, ya que un terreno rocoso puede necesitar hasta 10 g/m², contra 2 g/m² para un suelo bastante húmedo y fértil.

El mantenimiento de un prado florido

Se debe regar de vez en cuando si el suelo es muy seco, y quitar inmediatamente las flores y tallos marchitos. También se debe estar atento a la presencia de malas hierbas, que es indispensable eliminar. En el caso de los prados de flores anuales y una vez terminada la floración, se deben quitar todas las plantas y volver a empezar el proceso de preparación del terreno para la siembra del año siguiente. Otra opción es proceder a podas regulares, por ejemplo cada dos meses, o a siegas regulares para que el terreno permanezca cortado al ras. Esta técnica facilita ver las malezas que crecen en el prado y eliminarlas, y permite que, llegado el momento del crecimiento y el rebrote de las flores, se obtenga un prado de mejor calidad que el año anterior. En cuanto a las praderas de flores plurianuales, se debe tener en cuenta que las semillas no crecen al mismo tiempo. Cuando las primeras plantas ya han florecido y terminado su floración, se las debe segar para dejar espacio para que la siguiente tanda de flores crezca y florezca, y así sucesivamente. De allí el interés de conocer las diferentes variedades favorables para la composición de una pradera florida.

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Publicado en Guía de flores por Alejo el 15 Jun 2011